(apropósito de una jornada de arte y política propuesta por el festival de Bahía Teatro en Bahía Blanca)
Si comenzamos con el momento de la creación.
El arte es y debe ser subversivo.
Los menesteres de la política han de ser bastos y diversos, los menesteres de la cultura también, porque son construcciones que se ocupan de aquello que sucede en sociedad, por acompañamiento o por oposición a las hegemonías imperantes. Se organizan a través del pensamiento que nos construye, nos hace emerger y también, nos asimila en civilidad.
La tarea del arte a nuestro entender y transitar no es la de organizar pensamientos. Sino la de contagiar incertidumbre y remover los discursos adocenados que sostienen el estamento cotidiano de nuestras buenas conciencias.
Es el poder que tiene el arte vinculado intrínsecamente a la verdad. Como dijo David Viñas: cuestionar mi coherencia.
Eso por supuesto nos otorga un posicionamiento político y espiritual. Pero nunca el “políticamente correcto”.
Es un privilegio al que las y los artistas creemos firmemente no debemos acceder, pues trabajamos muy además con aquello sucio, crudo, antiguo, amanecido, de lo visceral: el más alto placer, ternura y todos los demonios. Vivimos al momento de la creación el gesto de gratuidad del apestado de Artaud, de la condenada a muerte. Y solo el oficio, por eso necesario, nos permite sobrevivir en el intento.
Es decir, si nos metemos en el terreno de la negociación y las convenciones sociales perdimos la partida.
Para quienes estamos deseosos de una nueva humanidad, justa, hermanada y plena, hay muchos caminos. Y en las prácticas de sociabilidad como los grupos, las relaciones de trabajo y de amor estamos atravesados por el compromiso de responsabilidad social (respuesta hábil), y sentido de profunda justicia. Allí la ideología, la filosofía, la sociología.
Pero en la creación es la verdad quien vive, no domestiquemos lo que pueda ser posible, abandonando la posibilidad de lo nuevo.
Y por último, no nos atreveríamos a decir a nadie si debe o no tener compromiso social y político. Nomás sabemos que donde sea que este parada esta, esa persona, ve el mundo. Y actúa en consecuencia. Quizás sea algo que crea evitar, pero al fin de cuentas no pueda.